Veo una montaña donde hay unos niños jugando a la cometa. En esa montaña hay arbustos de distintas tonalidades: está el verde claro que se asemeja a la fruta inmadura; el verde oscuro es como la piel de una sandía madura; y el amarillo, que se asemaja al oro.
También hay una figura de tamaño natural de hierro forjado, de color negro y en la que se representan un niño y una niña que están jugando a la cometa, lo cual indica que es un lugar apropiado para el juego infantil. Ese lugar tranquilo me recuerda a los tiempos de mi infancia en los que solía jugar con mis amigos. Me transmite tranquilidad, paz, libertad, y la sensación de poder elevarme como los pájaros.
Si miro a la izquierda veo el mar con su oleaje y los niños que están bañando en su playa. El agua azul, que tiene el mismo color del cielo y en la distancia parece que se unen. Me transmite lo grande que puede ser el mundo y lo distante que estoy de mi país. Y el recuerdo del día que lo cruzé al mismo tiempo del deseo de volverlo a sobrevolar para encontrarme con los míos que allí quedaron.
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